domingo, 12 de abril de 2015

EEUU rehabilita a la dictadura castrista


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Los analistas discuten diversas hipótesis que expliquen la política internacional de los EEUU al mando del presidente Barack Obama. La más preocupante de todas es la de quitarse los enemigos de encima concediéndoles todo. Es lo que parece suceder ahora en su relación con la dictadura cubana. Sin duda en los momentos actuales y desde hace buen tiempo, Cuba dejó de ser una amenaza para los EEUU, especialmente desde el desplome del bloque soviético que llevó a la isla de los hermanos Castro al borde de la inanición. Eso sumado a la inhabilitante decrepitud de la jerarquía mayor del Partido Comunista Cubano y a la cada vez más penosa ruina económica de la isla, que ha logrado sobrevivir a costa de no pagar sus deudas y depender de la ayuda venezolana. 

Pero una cosa es que Cuba no sea una amenaza hace más de veinte años, y otra que EEUU tienda la mano a una dictadura que ha conculcado todos los derechos en la isla que tomó por asalto hace más de medio siglo. El gobierno de Cuba sigue estando en manos de una banda de asaltantes del poder que hace 56 años se adueñó del gobierno por las armas montando la peor dictadura de su historia, eliminando la libertad y la propiedad privada, expropiando, encarcelando y fusilando a los opositores. El actual gobierno de Cuba tiene un largo historial de atropellos a los DDHH y nunca se lavó las manos manchadas de sangre.

La pregunta es cómo el gobierno de un país que representa a la democracia y a la libertad en el mundo, y que ha peleado guerras por defender estos valores, puede hoy extenderle la mano a una dictadura casi septuagenaria y criminal sin exigirle nada a cambio. ¿Qué gana EEUU con esta movida si admite que Cuba no es ninguna amenaza? Es difícil entenderlo.

Una hipótesis fuerte dice que EEUU trata de minar la amplia red de apoyo internacional que logró consolidar Hugo Chávez mediante su política de petrodólares en la década de los altos precios del petróleo. No solo se trata de Cuba sino también los países que conforman Petrocaribe los que estarían en la mira de la diplomacia yanki. Aislar diplomáticamente a la delirante dictadura chavista conducida a la deriva por Nicolás Maduro en estos días, es una buena hipótesis de trabajo. Es verdad que Hugo Chávez logró constituir su propio cartel internacional siguiendo el estilo de Vito Corleone, rodeándose de ahijados que dependían económicamente de su generosidad. Luego, usando su red de países satélites, se dedicó a fundar organizaciones internacionales con la idea de reemplazar la injerencia yanki por la bolivariana, creyendo que eso bastaba para convertirse en un imperio mundial. 

Pero la muerte sorprendió a Hugo Chávez en medio de sus sueños de opio, al mismo tiempo que el precio del petroleo le quitaba a Venezuela su principal sustento y herramienta de chantaje. Hoy Venezuela es un país quebrado en todo sentido, incluso moralmente. Todavía cuenta con el apoyo de los presidentes que llegaron al poder ayudados por la chequera chavista, como Cristina, Correa y Humala. Pero eso está por cambiar en poco tiempo. La propia realidad se encargará de eliminar a los fantoches. No hace falta más que un poco de paciencia china para ver caer por si solos a los experimentos socialistas cual endebles castillos de naipes. Todos acaban en la inanición y el endeudamiento. 

El acercamiento de EEUU y Cuba será un duro golpe para la retórica de la izquierda continental acostumbrada al doble discurso de condenar la injerencia de los EEUU y a la vez el bloqueo a Cuba. Obama ha dicho que mantienen sus diferencias y esperemos que eso signifique no avalar a la dictadura comunista y mantener la exigencia por el respeto a los más elementales modales democráticos del mundo civilizado. El ingreso oficial de Cuba a una cumbre americana no debe significar un aval a la dictadura más longeva y vergonzosa de la región, donde el hermano menor del dictador Fidel Castro asumió el trono como heredero de una familia real. 

El dictador Raúl Castro dijo en la cumbre de las américas que ya era tiempo de que él llegara allí para hablar en nombre de Cuba. Alguien debió preguntarle ¿quién lo eligió para hablar en nombre del pueblo cubano? Raúl Castro solo puede hablar en nombre de la banda de asaltantes comunistas que se adueñaron del poder a pistoletazos hace 56 años. En todo ese tiempo los barbudos dirigentes solo pudieron llevar a Cuba de ser uno de los países más desarrollados de Latinoamérica a ser hoy uno de los más miserables y atrasados. El brillo intelectual, artístico y cultural que Cuba irradiaba a toda Latinoamérica en los años 50 del siglo pasado se apagó tristemente bajo la férula del comunismo. 

El discurso de liberación que enarbolaron los barbudos guerrilleros al entrar a La Habana a principios de enero de 1959, fue aplaudido con entusiasmo por una población cansada de la dictadura batista de 5 años, sin imaginar que le daban la bienvenida a sus nuevos dictadores por los siguientes 56 años. Los supuestos liberadores se convirtieron en los captores de todo un pueblo al que sometieron a su voluntad e impusieron los caprichos delirantes de una sola persona: Fidel Castro. Aun cuando en un principio la izquierda continental aplaudió a los revolucionarios, paulatinamente ese apoyo fue convirtiéndose en desencanto al ver las tropelías del régimen. La capa más pensante de esa época le quitó el apoyo a la nueva dictadura cubana pero la mayor parte de la izquierda la defendió sin tener el menor rasgo de vergüenza. 

Cuba fue el pretexto de la izquierda continental en su eterna "lucha antimperialista", que no es otra cosa que usar a los EEUU como el cuco para posar como defensores del pueblo ante una supuesta agresión yanki. La mitología progresista funcionó muy bien al principio y encandiló a los jóvenes que no dudaron incluso en abrazar las armas en los 60 y 70, siguiendo la prédica del Che Guevara sobre el odio a los EEUU y la necesidad de crear muchos vietnams en Latinoamérica. Pero todo ese delirio ideológico perdió fuerza ante el descalabro final del comunismo y el desastre cubano. Solo sirvió para llenar de muertos varios países de la región. El comunismo latinoamericano inspirado en la dictadura castrista llegó a acumular medio millón de cadáveres en Latinoamérica. Ese ha sido todo el aporte concreto del Partido Comunista Cubano y sus seguidores en la región.

El cambio de escenario actual significa que los autócratas cubanos agradecen a Barack Obama por el fin del bloqueo (que aun está por levantarse legalmente en el Congreso norteamericano y no es nada seguro que sucederá) y dejan sin piso a quienes inventaron y defienden otras organizaciones como la CELAC, solo para ver a la dictadura cubana representada en una cumbre sin los EEUU. El doble discurso del progresismo continental que condenaba la injerencia de los EEUU y a la vez su bloqueo a Cuba tendrá que cambiar. Habrá que tener un poco más de paciencia china para ver caer la ominosa dictadura cubana de los Castro, aunque sea por la gracia de la muerte. Esperemos que este gesto de la diplomacia norteamericana sea un viento de esperanza para el pueblo cubano, prisionero en su propia tierra de la más funesta dictadura de la historia. 

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