viernes, 27 de octubre de 2017

Ollanta Humala y la crónica de un asalto anunciado


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Al contrario de la conocida frase bíblica "la verdad os hará libres", dicha por Cristo a los judíos, lo que habría que decir sobre la parejita delincuencial conformada por Ollanta y Nadine es exactamente lo contrario: la verdad os hará presos. Las declaraciones de los testigos de Jehová Odebrecht, son la clave de la gran mafia internacional brasileña dirigida por Marcelo Odebrecht y su empresa, cuyos tentáculos llegaron hasta el Perú, hasta el extremo de montar su propio muñeco electoral.

En lo personal no me sorprende nada. Desde el principio estuvo claro quién era Ollanta Humala. Solo un necio podía ignorar las evidencias. Para empezar era un don nadie salido de la nada que se hizo famoso en octubre del 2000 por asaltar un campamento minero y llamar a RPP pidiendo la renuncia de Fujimori, cuando este ya había convocado a elecciones. Con ese acto sospechoso saltó a la fama y fue uno de los primeros en subirse al corso del antifujimorismo para hacerse famoso. No se puede negar que alguna milagrosa estrella parecía iluminar el camino de Ollanta Humala, pues siempre se salía con la suya de cuanta fechoría cometía. Misteriosas manos siempre lo ayudaban.

Salido de una familia de locos Adams o algo por el estilo, Ollanta Humala era visiblemente un sujeto perturbado y limítrofe al que le faltaban varios tornillos. Fue amnistiado por el pelele de Valentín Paniagua y reintegrado a la institución militar. Luego Alejandro Toledo le regaló unas vacaciones pagadas como agregado militar en Francia para seguir al año siguiente en Corea del Sur, donde recibió la noticia de su pase al retiro a fines del 2004. Desde Seúl, el último día de su vida castrense, lanzó otro "comunicado a la nación" cuando el demente de su hermano Antauro asaltaba un puesto policial en Andahuaylas alucinando haber dado un golpe de Estado. Ambos hermanos exigían la renuncia de Alejandro Toledo. La estúpida asonada costó la vida de 4 policías y 2 reservistas, Antauro acabó preso pero Ollanta salió curiosamente libre de polvo y paja, rumbo a la candidatura presidencial.

A continuación Ollanta Humala inició una carrera política meteórica. En lugar de estar preso o en un sanatorio mental, pasó a ser el engreído de la prensa durante el 2005 y lo convirtieron en candidato presidencia. Enseguida Ollanta Humala se paseó por el relleno sanitario de todas las regiones del país recolectando escoria para formar su lista electoral. No tuvo tiempo de crear su partido político pero quería ser candidato presidencial así que varios vientres de alquiler le ofrecieron su marca. Al final se metió al cascarón vacío de UPP y acabó finalista.

En la campaña del 2005 Ollanta Humala se entregó en cuerpo y alma al chavismo. Eran los tiempos en que Hugo Chávez ejercía como emperador de Latinoamérica y el Caribe, ponía peones en todos los países y les financiaba la campaña sin rubor. En el Perú tuvo una participación directa a favor de Ollanta Humala y se tomó la libertad de insultar a Alan García, el otro finalista de la segunda vuelta. De que Hugo Chávez financió la campaña de Ollanta Humala no queda ni la menor duda. Por fortuna el electarado no votó por Ollanta Humala en esa ocasión, pero llenó de basura el Congreso. 

Fiel a su delirante estilo golpista, Ollanta Humala pidió la renuncia de Alan García en abril del 2010 por "incapacidad moral". En tanto, logró inscribir su Partido Nacionalista Peruano y se alistó para las elecciones del 2011. En esos días la estrella de Hugo Chávez declinaba, estaba enfermo y la caída del precio del petroleo le quitó liquidez y poder internacional. Al mismo tiempo Luiz Inácio Lula da Silva, presidente del Brasil, soñaba con suceder a Chávez en el control de un imperio continental. De modo que las fichas del ajedrez político latinoamericano se movieron haciendo un enroque donde Venezuela salía del escenario mientras Brasil pasaba a tomar el control político y económico. 

A Ollanta Humala no le importó nada convertirse en el monigote del lulismo. Así que el agresivo candidato chavista del 2005, que predicaba un modelo antisistema rabioso, quedó convertido en un tierno cachorrito domesticado por los millones de Odebrecht. A Ollanta no le costó quitarse el polo rojo de Hugo Chávez y colocarse el polo blanco que le dio el lulismo brasileño. Cambió su radical discurso antisistema por la cordialidad de un candidato pro inversiones y pro mercado. Toda la campaña de Ollanta fue dirigida por el estratega brasileño Luis Favre. Una de las campañas políticas más costosas de todos los tiempos.

Pero la clave del éxito político de Ollanta Humala no fue su condición de monigote maleable para cualquier interés internacional, o de prostituto político llano a acostarse con cualquiera que le ofreciera más dinero, sino el apoyo vital de la izquierda peruana. Es un hecho que Ollanta Humala no hubiera tenido ninguna oportunidad política si no hubiera contado con el apoyo de la prensa y de la izquierda. Ya antes lo habían apoyado cuando era el candidato de Hugo Chávez. ¿Por qué no apoyarlo ahora? ¿Qué motivó a la prensa apoyar a Ollanta Humala?

Para la campaña del 2010 Ollanta Humala se convirtió en el candidato de la izquierda. Hay que poner en claro que a la izquierda peruana jamás le importó apoyar a un candidato de sinuosa trayectoria política, que incluso estaba ya acusado de crímenes de lesa humanidad cuando fue capitán en la base de Madre Mía. Para decirlo de otra manera: a la izquierda peruana nunca le importó apoyar a un candidato que no solo había sido parte de la milicia que luchó contra el terrorismo de izquierdas en los noventas, sino que incluso estaba seriamente comprometido en crímenes de lesa humanidad. 

Es necesario subrayar este hecho porque la izquierda peruana se ha vanagloriado de ser defensora de los derechos humanos, la verdad y la memoria histórica; y ha combatido al partido fujimorista porque consideran que es parte del legado de Alberto Fujimori, quien estaría implicado en crímenes de lesa humanidad. Cabe preguntarse cómo es que un sector que dice defender la memoria y la verdad, y ser parte de la reserva moral del país que denuncia los crímenes de lesa humanidad durante la guerra contra el terrorismo de izquierdas, acaba apoyando a un militar que está acusado de estos crímenes.

Pero exigirle coherencia y moral a la izquierda peruana es demasiado. Todo lo que vieron en Ollanta Humala fue la oportunidad de asaltar el poder y lo aprovecharon. Se subieron al camión de basura que fue el frente electoral Gana Perú organizado por Ollanta Humala y sus secuaces. Todas las lacras de la izquierda peruana se alinearon detrás de su candidato Ollanta Humala y lo elevaron al altar de los héroes salvadores de la patria, con el lema "honestidad para hacer la diferencia". La campaña de Ollanta Humala podía resumirse en la pose de lucha contra la corrupción y el regalo de dineros públicos a través de diversos programas sociales. 

Cuando Ollanta Humala volvió a pasar a la segunda vuelta, esta vez frente a Keiko Fujimori, no solo se alinearon tras él los delirantes de la izquierda sino también los cavernarios de la derecha que se vieron desplazados del poder tras el golpe del 5 de abril de 1992, y que nunca le perdonarán la afrenta vergonzosa de la derrota de 1990, entre los cuales se encuentra Mario Vargas Llosa. Toda esa derecha cavernaria se unió a la izquierda troglodita para formar la alianza más vergonzante que haya visto el Perú en toda su historia. Al final resultaron ganadores y colocaron en la presidencia al sujeto más mediocre que se haya visto jamás con la banda presidencial. Fue una vergüenza para todo el país. 

El gobierno de Ollanta Humala se vio ensombrecido por la presencia arrolladora de su esposa Nadine Heredia, quien nunca se resignó a ocupar un segundo lugar en el poder. Ella había sido parte de la maquinaria que convirtió a Ollanta Humala en ganador. Desde el principio estuvo manipulando a su marido para que se aventurara en proyectos desquiciados como el locumbazo. En la campaña del 2010 Nadine Heredia estaba embarazada de su tercer hijo pero eso no la detuvo. Hizo toda la campaña y solo se detuvo un momento para dar a luz. Luego, enseguida dejó al crío y se montó en la campaña como si no hubiera ocurrido nada.

Las ansias de poder de Nadine Heredia saldrían a flote durante el gobierno de su marido. No solo era la que nombraba a los ministros del gabinete sino que gerenciaba a los congresistas de su bancada. Se hizo nombrar presidenta del Partido Nacionalista para encubrir las apariencias de su poder. Nunca hubo evento en el que Nadine Heredia no estuviera presente en primera fila, desde la juramentación de los ministros hasta el desfile militar, en el que Nadine Heredia compartía el estrado oficial al costado de su marido y los demás miembros de los poderes públicos.

Lo que hoy sabemos del gobierno de la parejita Ollanta y Nadine es que se dedicaron a favorecer los intereses de las empresas brasileras, además de otras de igual desprestigio, como las españolas que se hicieron cargo de la multimillonaria refinería de Talara. El gobierno de Ollanta y Nadine estuvo signado por escandalosos gastos públicos, tanto en el satélite francés como en el gasoducto del sur. El ostentoso estilo de vida que empezó a exhibir Nadine Heredia no pasó desapercibido. No solo cambió su residencia por completo sino que hizo uso de bienes públicos sin discreción. Incluso tuvo el cuajo de viajar en el avión presidencial al Brasil haciéndose pasar como jefa de Estado. 

Hoy la pareja duerme en prisión por la solicitud del fiscal que investiga su caso. El juez determinó que habían suficientes elementos de juicio que justificaban esta prisión anticipada, como el haber dado muestras de querer fugar del país, pues Nadine Heredia había movido sus influencias para ser nombrada funcionaría de la FAO en Ginebra, pese a no tener preparación para el cargo ni hablar otro idioma además del español. También se consideró los poderes otorgados para que sus hijos pudieran salir del país, así como los movimientos inmobiliarios que apuntan a que tratan de deshacerse de su patrimonio. Por si todo esto fuera poco, están los antecedentes de haber perturbado los procesos judiciales con la compra de testigos en el caso Madre Mía. 

Al final la verdad se abre paso. Cada vez quedan menos dudas de que Ollanta Humala y Nadine Heredia fueron parte de una gran organización criminal que tuvo por misión apoderarse del poder político para realizar grandes negocios. La caída de Odebrecht fue decisiva para que esta pareja de trepadores termine en las rejas. Todavía falta mucho para completar un proceso judicial ejemplar que le enseñe a los peruanos y a la izquierda en particular, a no fiarse de trepadores sin escrúpulos. Lo más interesante es que la izquierda se quedó sin soga ni cabra al apoyar a Ollanta Humala. No es nada nuevo para un sector que se ha pasado la vida votando contra natura solo para cerrarle el paso a quienes consideran sus enemigos mayores. 

miércoles, 15 de febrero de 2017

La obsesión igualitaria de la izquierda llega al sexo


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

En estos días el progresismo arremete con más fuerza en aras de su ideología igualitaria. Esta vez se enfocan en el sexo, el género y en una confusa mezcla de ideas relacionadas con estos tópicos. Cada día encontramos más de una columna dedicada a promover la igualdad en este campo en particular, además de las consabidas tesis igualitarias de siempre. ¿Qué ha cambiado? Pues que ahora pretenden introducir su ideología a través de la escuela, enmascarándola como una forma de educación en valores. En valores socialistas, obviamente. En el pasado, el objetivo de la igualdad social provocó revoluciones criminales que buscaban una sociedad sin clases económicas. Poco después emergió otra forma de igualitarismo social que pretendía igualar al hombre y la mujer en los roles sociales. ¿Por qué la mujer debía tener otros roles en la sociedad? Se preguntaban las feministas sin atender las diferencias obvias entre hombres y mujeres en el seno de la familia, razón por la cual la familia fue estigmatizada y atacada como una forma de dominación del "sistema patriarcal". El rol de la mujer en el hogar fue desmerecido y despreciado. El socialismo acabó así metiéndose en los hogares y alterando el orden y organización familiar tradicional. Pero ahora se va un paso más adelante al pretender desaparecer las diferencias de sexo y sexualidad. El igualitarismo de izquierdas no aboga por un ser unisex o asexuado sino que abre un abanico de posibilidades infinitas bajo la tesis de que el sexo no es lo que importa sino el género, y este no es más que una construcción social. Es decir, importa lo que uno se siente. De este modo la ideología de izquierda busca imponerse, una vez más, a la realidad humana. 

La igualdad es la base de la ideología de izquierdas y se la ha predicado por décadas como la panacea para el logro de la felicidad humana. Empezó como una forma de rechazo a los privilegios aristocráticos y clericales. Luego pasaron a la igualdad económica, pervirtiendo el orden natural de la economía. Más de cien millones de muertos después, el comunismo pasó a la igualdad de los "derechos sociales" y hoy llegamos a la etapa de los sexos y los géneros. La igualdad se ha convertido así en un concepto emblemático que goza de aceptación generalizada automática. El común de las personas conviene ya, sin pensarlo dos veces, en que la igualdad es una meta aspiracional de toda la humanidad, un objetivo racional y una tarea política importante a nivel mundial. Pero todo eso no pasa de ser más que una trampa lógica. Tanto la pretendida y fracasada igualdad económica y social del pasado, como cualquier otro tipo de igualdad que se quiera promover entre los seres humanos, es esencialmente una impostura intelectual y una quimera política absurda. La igualdad es solo un concepto, no existe más que en la teoría. Pretender encajar la realidad dentro de los moldes ideológicos ha sido el error reiterativo de la izquierda en la historia, y motivo central de sus permanentes fracasos.

El lavado cerebral de las sociedades por parte del progresismo mundial a favor de la igualdad, corre por cuenta incluso de organismos internacionales, controlados desde los 70 por una intelectualidad de clara inclinación socialista. La tarea impuesta actualmente a los países en desarrollo desde estas organizaciones es luchar contra la desigualdad. De hecho, esta política ha reemplazado a la que prevaleció hasta antes del fin de la Guerra Fría, que fue la consabida lucha contra la pobreza. Sin embargo, varias décadas de cuantiosas ayudas económicas a los países más pobres revelaron que no servían para erradicar la pobreza. Ni un solo país logró salir de la pobreza sobre la base de ayudas económicas. Quienes salieron de la pobreza lo hicieron por sus propios medios adoptando políticas capitalistas de libre mercado, como fueron los casos de los llamados "tigres del Asia". Al constatar el fracaso de las políticas socialistas se produjo un cambio de estrategia en la intelectualidad de izquierdas, consistente en dejar de lado la lucha directa contra la pobreza para enfocarse en otro objetivo igual de cursi pero más general, que es reducir la desigualdad. Un objetivo más útil porque permite confrontar a los países exitosos del capitalismo, enfocándose en la distancia entre los más ricos y los más pobres, y utilizando las estadísticas como arma de guerra ideológica, pues les permite fabricar mitos tenebrosos como que el 20% más rico es dueño del 80% de la riqueza. Claro que nunca explican que ese 20% es casualmente el grupo que generó esa riqueza que antes no existía. De este modo la desigualdad fue adoptada como el nuevo concepto sociológico y económico fundamental por el socialismo, y hoy se aplica a todo. Es el principal aderezo de las políticas en todos los países y la idea fuerza en el discurso de todos los políticamente correctos. 

La moneda más valiosa del socialismo moderno tiene dos caras: la igualdad y la desigualdad. En estos días se ha puesto de moda la llamada "ideología de género" que predica la igualdad entre los hombres y las mujeres, e incluso entre las casi infinitas variantes de la sexualidad humana que van más allá de esta dicotomía sexual básica, por lo que han optado por emplear el vago concepto de "género", el cual alude en realidad a las formas culturales de entender el rol del hombre y de la mujer. Pero dado que el género es un producto cultural, resulta maleable y puede entonces ser manipulado ideológicamente. Así es como han mezclado el género con otra cosa muy diferente que es la atracción sexual o romántica. Entonces tenemos tres cosas bien diferentes como son el sexo, el género y la atracción sexual, mezcladas en una sola cacerola donde el progresismo cocina su receta favorita que es el igualitarismo social. El salto dialéctico consiste en reformar todos los conceptos en aras de la igualdad de los llamados "géneros" desde la óptica socialista, como un generoso concepto en el que caben hombres, mujeres y lo que venga. En este empeño, el socialismo ha echado mano de dos grupos que llevan una larga lucha reivindicativa como son las feministas y los homosexuales, y adicionalmente han tomado para sí los elevados índices de homicidio de mujeres a manos de sus parejas, vinculándolo al llamado "machismo del patriarcado", y convirtiendo todo esto en argumentos a favor de la causa igualitarista. Se trata, una vez más, de tres cosas muy diferentes pero han sido echadas en el mismo saco a favor del rollo progresista de la igualdad de géneros. Como puede verse, todo este menjunje de la ideología de género es una verdadera ensalada rusa bastante indigesta. Una prédica enmascarada, una vez más, como lucha por el logro de la justicia social. El discurso incorpora así los conceptos de machismo, feminismo, patriarcado y género, entre otros de difícil digestión por parte de las masas. 

Desde luego que al progresismo le tiene sin cuidado la complejidad de la sexualidad humana y hasta los estereotipos sociales que influyen en la concepción de los géneros. Todo lo que desean es imponer sus propias definiciones a base de la ideología de la igualdad. Con este objetivo obsesivo han arremetido incluso contra los concursos de belleza en donde, a su entender, se glorifica una sola idea de belleza que se busca imponer como un estereotipo a todas las mujeres. Es decir, otra vez, todas las "bellezas" valen igual. Como es evidente, toda esta gente de izquierdas ha reemplazado la verdad por el mito y sustituido la ciencia por la ideología. Así es más fácil adoctrinar a las masas porque la igualdad se vende bien. De modo que la cuestión de ser hombre o ser mujer o cualquier otra cosa queda convertido en una simple "opción sexual". Está prohibido sospechar siquiera de que las desviaciones sexuales a la norma biológica macho-hembra, único sentido del sexo como función reproductora, se deba a algún tipo de anomalía o enfermedad. En tal sentido, el desarrollo evolutivo de la compleja estructura orgánica del ser humano puede estar afectada de trastornos en cualquiera de sus órganos o funciones menos en la que atañe al sexo. Cualquier cosa que desencadene el fino entramado evolutivo de la sexualidad humana a niveles tan disimiles como el embrionario, gonadal, endocrino o cerebral, entre otros, quedará convertida automáticamente en normalidad y "opción", adquiriendo los mismos "derechos sexuales" en la sociedad, en base a la sacrosanta doctrina de la igualdad.

Si a estas alturas alguien está medio confundido con todo esto no lo culpo. Así de confuso es el mundo que nos propone el progresismo. Hay que tener en claro que la visión de izquierdas parte de un severo cuestionamiento de la realidad humana. En principio el mundo es malo, a la luz del entendimiento progresista. El mundo está mal hecho. Para empezar, les resulta "injusto". De modo que en el progresismo no se trata de asimilar la realidad tal cual es sino de cuestionarla para transformarla, a fin de que quepa en los moldes ideológicos fundados en sus conceptos de justicia social. Y el pilar central de su concepto de "justicia social" es el igualitarismo, el cual debe aplicarse a todo, desde las clases sociales hasta los géneros u opciones sexuales, pasando por las culturas, comunidades, etnias, lenguas, derechos, etc. En buena cuenta estamos hablando de la imposición de una ideología a la realidad. Algo que para cualquier mente sensata debería sonar a disparate.

En el pasado, los delirios reformistas llevaron a las izquierdas a emprender grandes revoluciones políticas, a cargo de regímenes despóticos liderados por delirantes tiranos que practicaron cruentos genocidios, para dejar sus países convertidos en prisiones miserables. Conocidas son las historias de la URSS, China maoista, Camboya y los aun sobrevivientes Cuba y Corea del Norte. Fracasos absolutos en todos los sentidos. Con el fin de la Guerra Fría y el derrumbe del comunismo mundial, la ideología de izquierdas no desapareció. Quedó esparcida entre una casta de intelectuales que nunca abandonó las ideas del socialismo, sino que las promovían disimuladamente desde organismos internacionales y ONGs locales. Así fue como estas ideas pasaron del ámbito político al académico. De este modo la penetración ideológica solo cambió de estilo, y han logrando triunfos que no conseguirían mediante revoluciones a cargo de partidos políticos identificados abiertamente con objetivos socialistas. En estos tiempos ya no se trata de ganar el poder mediante revoluciones sangrientas y emprender las transformaciones sociales mediante la fuerza de un Estado totalitario de partido único. Ahora es más fácil lograr estos mismos objetivos infiltrado las democracias débiles, parasitando sus instituciones y guiando sus políticas públicas desde ONGs o cuerpos técnicos que proponen las leyes y los objetivos. 

El punto es que, aunque muchos problemas sociales sean reales, la izquierda no tiene ninguna solución. Ninguna. Todo lo que tienen como propuesta es su relamido igualitarismo. La pregunta es si todo esto tiene sentido y alguna posibilidad de funcionar. Pues me temo que no. Y ya lo hemos visto antes. Todas las leyes igualitaristas y proteccionistas de "sectores vulnerables" solo han servido para empeorar las cosas, crear burocracias anodinas e incrementar el gasto público sin resultados. La creación de nuevas figuras delictivas como el feminicidio, el incremento de penas y la imposición de cuotas de mujeres no han dado resultados. La razón del fracaso reiterado de las políticas sociales de izquierda es siempre la misma: la realidad no cabe en los moldes ideológicos. Al final la realidad siempre se impone. Eso ya deberían haberlo aprendido en la izquierda. Pero si así fuera, ya no habría más izquierdas. Los seguidores de quimeras sociales continúan.

Como ya se dijo, la igualdad no existe más que en la imaginación. Es solo un concepto. En la realidad humana no existe ningún tipo de igualdad. Ni siquiera entre hermanos. La diversidad, la variabilidad y la aleatoriedad son los elementos fundamentales de la existencia humana. El solo hecho de que cada individuo sea capaz de tomar sus propias decisiones ya impone una gran carga de arbitrariedad, diversidad y aleatoriedad a la sociedad. Las visiones socialistas tienden a imponer el criterio colectivista por encima de las realidades del individuo concreto. Ven sociedades donde solo hay individuos tomando decisiones individuales. Este es el primer error conceptual de la izquierda. El segundo es la burda creencia de que es posible diseñar y dirigir la sociedad mediante políticas públicas, y desaparecer las diferencias individuales para llegar a la sociedad perfecta. No es posible. Debemos adecuarnos a la realidad y no al revés. Debemos sustentarnos en la realidad y no en la ideología. Y mucho menos en la aberrante "ideología de género".